El Bardo es un viajero de un reino más allá de las estrellas y un agente de la serendipia quien lucha por conservar el balance donde sea que la vida resista la indiferencia del caos. Muchas canciones de Runaterra hablan sobre su extraordinaria naturaleza y todas ellas dicen que los artefactos de un inmenso poder mágico atraen al vagabundo cósmico. Rodeado por un alegre coro de espíritus de meeps, es imposible pensar que sus acciones son malévolas, ya que el Bardo siempre busca servir al bien de todos... a su extraña manera.
Se dice que la mayoría de los habitantes del reino celestial ven su hogar como un maravilloso tapiz vívido tejido con hilos prismáticos de la más pura luz de las estrellas. Sin embargo, para una entidad prodigiosa, la belleza intangible y eterna de esta dimensión no es vista, sino escuchada... Para el Bardo, un trovador tan enigmático como inmortal, el firmamento maravilloso es una sinfonía de dulce música mística.
Al principio, vagaba sin propósito ni perspectiva a través de un cosmos silencioso, pero con una profunda ilusión de que algo milagroso ocurriría alguna vez. El destino no lo decepcionó y, con la formación de las primeras estrellas, el silencio se quebró y sus oídos escucharon las primeras notas resonantes de la creación.
Viajó entre las espiraladas armonías de las estrellas, junto con las volutas residuales microscópicas de inspiración y pensamiento que quedaron de su nacimiento. Estas incompletas motas de energía semitonales —o meeps— eran atraídas hacia él cada vez que unía su voz al opus cósmico, resonando para siempre en un acorde perfecto.
Esta no era su obra maestra, pero aun así se regodeaba en ella.
Sin embargo, después de un intervalo inconmensurable, una disonancia comenzó a hacerse notar. Era tan pequeña al principio que el Bardo pudo no haberla escuchado, pero los espíritus de meeps le indicaron un cambio dinámico fallido por aquí, una síncopa inesperada por allá, e incluso la creciente ausencia de sonido en lugares donde antes sí había.
Exploró el reino celestial en busca de pistas, hasta que dio con la fuente. Se trataba de algo muy curioso: un mundo con una canción enteramente propia.
Motivada por una magia desconocida, la música de Runaterra era tan primitiva, involucionada y caótica como los seres mortales que allí vivían... y, sin embargo, tenía una belleza intrínseca, como el fuerte trueno de una tormenta o el melodioso golpeteo de un carillón de madera en el viento que lo precede. El Bardo la hubiera apreciado simplemente por lo que era, pero, por desgracia, esta melodía en particular era mucho más que un simple contrapunto al todo celestial, y estaba tornándose destructiva. Había que hacer algo.
Tras aterrizar en las Tierras Originarias de Jonia, el Bardo y sus meeps cruzaron al reino material. Inmediatamente, sus oídos se convirtieron en sus ojos y se fabricó un cuerpo simple con cachivaches y retazos de tela que encontró en la carreta de un músico itinerante que tocaba la chirimía, incluida una encantadora máscara circular con tres agujeros en el frente.
Caminó el mundo por una era, confundiendo y deleitando a todos a su paso, y se dio cuenta de que la situación era mucho más compleja de que lo había imaginado. Parecía que muchos objetos de un poder salvaje e impredecible habían ido a parar por error a Runaterra, y estaban alterando el orden natural cósmico de las cosas. Con la mirada puesta de nuevo en los cielos, el Bardo dedujo que algún otro poder dentro del reino celestial estaba interviniendo, aunque no podía discernir con qué fin.
De todas formas, asumió el papel de cuidador, recuperando cualquier cosa que estuviera fuera de lugar y enviándola adonde no pudiera continuar haciendo daño. Aunque este sea solo el primer paso para armonizar el universo, también puede ser la única manera de que este mundo se salve de lo que se encuentra más allá de él.
Y el Bardo no está ciego ante el futuro. Puede ver que se acerca un gran conflicto —uno que no se luchará en un solo reino, sino en todos— y espera el momento en que finalmente deba elegir un bando.
LLAMADO DEL VIAJERO
Meeps: Bardo atrae espíritus menores que lo ayudarán en sus ataques básicos para infligir daño mágico adicional. Cuando Bardo haya recolectado suficientes Campanillas, sus meeps también infligirán daño en un área y ralentizarán a los enemigos que impacten.
Campanillas: Aparecen campanillas ancestrales de forma aleatoria para que Bardo las recolecte. Otorgan experiencia, restauran maná y otorgan velocidad de movimiento fuera del combate.
AMARRE CÓSMICO
El Bardo dispara un proyectil que ralentiza al primer enemigo alcanzado, luego sigue su trayectoria. A partir de ahí, si golpea un muro, el objetivo inicial queda aturdido. Si golpea a otro enemigo, los dos sufren el efecto.
ALTAR DEL GUARDIÁN
Revela un altar de curación que aumenta su poder un breve momento y desaparece tras curar y aumentar la velocidad del primer aliado que alcanza.
VIAJE MÍSTICO
El Bardo abre un portal en un terreno cercano. Tanto sus aliados como sus enemigos pueden atravesarlo para cruzar al otro lado, pero solo funciona en un sentido.
DESTINO APACIBLE
El Bardo lanza arcos de energía espiritual que inmovilizan a todos los campeones, súbditos, monstruos y torretas de la zona momentáneamente.